LOS ANGELES (AP) — El cardenal Roger Mahony, ahora jubilado y otros jerarcas de la Iglesia Católica de Los Angeles maniobraron tras bambalinas para proteger a sacerdotes pederastas, controlar los daños a la institución y mantener a los feligreses en la ignorancia al respecto, según archivos de miembros de la Iglesia.
Los registros confidenciales que forman parte de una demanda contra la arquidiócesis revelaron cómo la Iglesia manejó las acusaciones de abuso durante décadas. Revelaron además el desacuerdo manifestado por un asistente de alto rango de Mahony, quien criticó a sus superiores por ocultar las acusaciones de abuso en lugar de proteger a los niños.
Las notas suscritas por Mahony demuestran que él estaba perturbado por los abusos y que envió a tratamiento a varios sacerdotes con problemas, pero también hubo demoras prolongadas o negligencia en algunos casos.
Mahony recibió reportes psicológicos sobre algunos sacerdotes que mencionaban la posibilidad de que existieran muchas más víctimas, por ejemplo, pero no hay indicios de que él u otros líderes de la Iglesia investigaran más allá.
“Todo esto es intolerable e inaceptable para mí”, escribió Mahony en 1991 en un expediente sobre el padre Lynn Caffoe, sospechoso de encerrar a muchachos en su habitación, de grabar en video sus entrepiernas y de incurrir en un gasto de 100 dólares en llamadas a un número telefónico de sexo virtual mientras estaba con un muchacho.
Caffoe fue enviado a terapia y retirado de su ministerio, pero Mahony lo apartó del sacerdocio hasta 2004, una década después de que la arquidiócesis le perdió la pista.
“Él es un fugitivo de la justicia”, escribió Mahony al entonces cardenal del Vaticano Joseph Ratzinger, ahora el papa Benedicto XVI. “Una revisión a su ficha de Seguro Social no indica su defunción, así que presumiblemente se encuentra vivo en algún lugar”, agregó.
Caffoe murió en 2009, seis años después de que un reportero lo encontró trabajando en una misión para personas sin hogar a dos cuadras de una escuela primaria.
Mahony emitió el lunes un comunicado e el que se disculpó por sus errores y en el que dijo que fue “ingenuo” respecto a los impactos duraderos del abuso.
Desde entonces, dijo, se ha reunido en privado con 90 víctimas de abusos y que conserva una ficha con el nombre de cada víctima en su capilla privada, donde reza por ellos todos los días. La ficha también incluye el nombre del sacerdote agresor, “para que no olvide que sacerdotes reales crearon este daño espantoso”, agregó.
Associated Press
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