El poder de las supersticiones

Somos seres supersticiosos por naturaleza. ¿Por qué tocar madera o llevar una pulsera roja trae buena suerte y ver cómo un gato negro cruza la calle frente a ti o pasar por debajo de una escalera acarrea mala suerte? Todos tenemos nuestras pequeñas rutinas y hacemos cábalas, que tienen poco sentido si te paras a pensar en ellas. ¿Por qué piensas que repetimos una conducta?

Se trata de hábitos realizados sin esfuerzo alguno y nos resultan útiles porque no ocupan esfuerzo mental. Ya está demostrado que nuestro cerebro trata de repetir acciones que preceden al éxito, incluso sin darnos cuenta, por la forma en la que nos ha influenciado determinado hábito.

Para obtener buenos resultados tenemos dos vías: Averiguar cuál es la forma más sensata y racional de conseguir algo o repetir lo que hicimos la última vez antes de lograr el objetivo. Mucha más gente elige la segunda opción.

Las supersticiones, estos rituales de supervivencia, a pesar de ser irracionales están codificados en alguna parte del cerebro, que está diseñada para no pensar acerca de las razones y repetir lo que funcionó exitosamente la última vez.

En general, la superstición es un término peyorativo. La mayoría solemos pensar que creer en magia y milagros es científicamente retrógrada. Pero, la buena noticia es que este pensamiento supersticioso o, como llaman los psicólogos, “pensamiento mágico”, incluso cuando se tergiversa su realidad, tiene sus ventajas.

Los últimos estudios dicen que “pensamiento mágico” ofrece beneficios psicológicos que la lógica y la ciencia no siempre pueden proporcionar: Concretamente, un sentido de control y un sentido de significado.

Se trata de rituales que producen una ilusión de control, aumentan la confianza, mejoran el rendimiento y, por tanto, afectan indirectamente a nuestro destino. Hay estudios que han demostrado que las personas que llevan amuletos de la suerte consiguen mejores resultados en juegos de memoria y de palabras.

Deja tu comentario